Es muy difícil imaginar que padecer con recurrencia migrañas, dolor de
cabeza, congestión nasal, hiperactividad, fatiga, problemas en la piel
(dermatitis y eczemas), cansancio y dolores articulares, sea un problema
relacionado con lo que comemos.
Pero según varios estudios realizados en el mundo y la opinión de algunos expertos en nutrición consultados por
lanacion.com
, esos problemas, que también pueden incluir desórdenes
gastrointestinales y el fracaso en las dietas para bajar de peso, son
algunos de los síntomas o indicadores de sufrir intolerancia
alimenticia, una dolencia que afecta a miles de personas.
“La intolerancia alimenticia se manifiesta en el cuerpo mediante una
reacción adversa cada vez que se consumen alimentos o algún
ingrediente, que irrita el sistema digestivo de una persona al no poder
digerirlo o metabolizarlo por falta de una enzima o sustancia química
que lo pueda degradar”, indica la especialista en nutrición Mónica Katz.
Y agrega: “Son rara vez peligrosas para la vida, pero al provocar
síntomas mayoritariamente digestivos desagradables como nausea,
distensión abdominal, dolor abdominal y diarrea, afectan la calidad de
vida de las personas.
La experta añade que la intolerancia a la lactosa es la que se da
con más frecuencia, aunque también las hay por ingerir conservantes,
aditivos de alimentos y bebidas que incluyan sulfitos, benzoatos,
salicilatos, mono glutamato de sodio y tartrazina.
“La solución es eliminar de la dieta ese ingrediente o alimento”,
agrega Katz, que indica que la adecuada elección de alimentos va a
depender de cada organismo para metabolizarlos, por lo que en un futuro
visualiza la implementación de la nutrición personalizada. “Para ello la
nutrigenómica será esencial”, aclara la especialista.
Alergia vs. intolerancia. Existe una gran diferencia entre alergia e
intolerancia alimentaria, ya que para la nutricionista, la alergia
involucra al sistema inmune, por lo que los síntomas aparecen
rápidamente.
“Las alergias alimentarias son menos frecuentes que las
intolerancias alimentarias e involucran al sistema inmune que detecta
una proteína ingerida y reacciona a ella a la manera de lo que sucede
frente a la presencia de una bacteria o virus. La inmunoglobulina E está
involucrada en este problema ya que manifiesta una reacción a una
proteína de la dieta, como por ejemplo en el maní, pescado, soja,
huevos, leche, mariscos o trigo”, especifica Katz.
“En cambio, las intolerancias son reacciones debido a falta de
enzimas o reacciones a sustancias, en donde cualquier órgano puede
reaccionar manifestando un malestar”, agrega.
Frente a este problema, existe desde hace varios años un test
sanguíneo de intolerancia alimenticia que mezcla la sangre del paciente
con determinados extractos químicos para generar reacciones con los
glóbulos blancos del organismo y así determinar si un alimento,
colorante, conservante, químico, antibiótico y anti-inflamatorio provoca
intolerancia y el grado en que esta se presenta.
La doctora Vivian Mayo es la directora médica del laboratorio Alcat,
donde realizan este test sanguíneo en la Argentina, que definió a la
intolerancia alimenticia como “una respuesta de tipo inflamatoria frente
a algo que normalmente se come y que a otros puede no causarle ningún
síntoma”.
“El hecho de conocer qué alimentos, colorantes o aditivos puedan ser
los culpables de esas reacciones permitirá poder eliminarlos
progresivamente en busca de un bienestar de la salud”, indica Mayo.
Con esta afirmación coincide la doctora Katz: “Creo que se trata de
una técnica útil, frente a la escasez de herramientas para intolerancias
alimenticias”. Mayo aclara que este test, que se utiliza en nuestro
país luego de 20 años de probado éxito en Estados Unidos y Europa, sólo
detecta intolerancias alimentarias. Ello significa que no se
diagnostican otro tipo de enfermedades relacionadas con la alimentación,
como la alergia, diabetes, enfermedad celíaca o intolerancia a la
lactosa.
“Generalmente, el paciente aprende a convivir con esos síntomas en
forma crónica, se siente mal pero no halla la manera de sentirse mejor.
Por eso el beneficio del test es saber qué alimento hace mal para no
incorporarlo en la dieta y lograr una mejor calidad de vida”, asegura
Mayo.
El test. A partir de un simple análisis de sangre, el test reproduce
en el laboratorio ( in vitro ) la reacción de las células frente a 150
alimentos, conservantes y colorantes de consumo habitual en la
alimentación.
“Se mezcla la sangre con diversos extractos proteicos de alimentos y
químicos y testeamos la reacción antígeno-anticuerpo que se daría
dentro del organismo mediante los glóbulos blancos”, explicó Mayo, quien
detalló que el resultado esta disponible en una semana y lo entregan
categorizado en grados de colores: mucha reactividad, mediana y baja.
De esta manera, en verde aparecerán los alimentos que dieron
reacción negativa y no causan problemas al organismo. A partir de los
resultados, se realiza un plan de alimentación equilibrado en el que se
incluyen aquellos alimentos que cada persona metaboliza fácilmente.
Fuente: La Nación
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